miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cómo desarrollar la inteligencia de tu hijo


Hasta los seis años, tu hijo dispone de un potencial que no volverá a tener en toda su vida. Y está demostrado que una estimulación adecuada y sistemática, sobre todo durante los tres primeros años, contribuye a desarrollar sus enormes capacidades. Por eso se recomienda que el niño crezca rodeado de estímulos sensoriales y psicomotrices. Es lo que se conoce como "aprendizaje temprano".

Las vacunas son, tal vez, el mejor representante de la medicina más eficaz: la preventiva. En educación todavía no hemos encontrado un método tan sencillo de administrar para potenciar en los niños la capacidad de aprender, y así prevenir el temido fracaso escolar.


La primera idea importante que los padres de un recién nacido debemos tener es que todo niño llega al mundo con una enorme capacidad para aprender. Tanto es así que a los 6 años, siguiendo el perfil de desarrollo de Doman-Delacato, un niño ya ha aprendido:
  • A entender el lenguaje oral

  • A leer el lenguaje escrito

  • A reconocer un objeto mediante el tacto

  • A caminar erguido en patrón cruzado

  • A hablar un lenguaje abstracto, simbólico y convencional

  • A escribir este lenguaje

Estas seis funciones, se caracterizan, en primer lugar, porque son exclusivas de la corteza cerebral humana y ningún otro ser de la tierra las posee. En segundo lugar, porque son el fundamento y la base de todos los aprendizajes posteriores.


Cuanto más asumidas y automatizadas estén estas funciones cuando nuestro hijo comience la escuela (primaria), más posibilidades de éxito tendrá

Igualmente es fundamental comprender que ninguna de estas funciones básicas las puede ejercer un recién nacido porque, como seres humanos, heredamos enormes potencialidades para desarrollar a lo largo de nuestra vida, pero muy pocas realidades. La explicación radica en que el niño ya nace con el número de neuronas del que dispondrá toda la vida. Pero una neurona, por sí sola, sirve para muy poco. De hecho, mueren miles de ellas diariamente y no pasa nada. Lo verdaderamente poderoso son los circuitos neuronales que se van formando mediante la estimulación que el cerebro recibe a través de los sentidos y del movimiento. El conjunto de circuitos constituyen una poderosa red que, junto a la mielina que recubre las dendritas y los axones para que la información viaje por las vías nerviosas con rapidez, hace que el cerebro pase de pesar 340 gramos en el recién nacido a 970 a los 12 meses, 1250 a los 6 años. Es decir, se multiplica su peso casi por cuatro.

Todo esto nos conduce a lo más importante para el aprendizaje temprano: estos circuitos neurológicos sólo alcanzan la plenitud si, a través de los sentidos y del movimiento, llegan estímulos al cerebro en esta etapa de la vida de la persona. Y lo más importante: estas funciones humanas superiores sólo pueden llegar a su máximo potencial, si se conceden al niño oportunidades de aprendizaje, durante estos primeros años de especial desarrollo neurológico.

Numerosos ejemplos desgraciados ponen de manifiesto esta realidad:
  • El más reciente tal vez sea el caso de un niño y una niña encontrados en un bosque de Japón en 1972, cuando tenían, según las radiografías de sus huesos, entre 5 y 6 años. Se comportaban como animales en el caminar y en el modo de comunicarse. En 1990, con 23 ó 24 años, a pesar de los esfuerzos de numerosos especialistas, no habían conseguido andar erguidos con habilidad, usar las manos para tareas finas, ni comprender ni expresar lenguaje hablado o escrito.

  • La evolución de los niños que vivían los primeros años en los antiguos orfanatos es otro triste ejemplo en la misma dirección. Como dice Doman, algunos niños no están atados porque son disminuidos, sino que son disminuidos porque han estado atados.

En sentido contrario, los niños con más posibilidades de éxito a lo largo de la historia han sido aquellos que en su casa han tenido un ambiente culturalmente rico, y sus padres, especialmente las madres, guiadas por su amor y su sentido común, han valorado la cultura y han dado oportunidades a sus hijos, desde el primer día, para tocar, ver, oír y moverse.

Si el cerebro funciona así, ¿cómo es posible que todavía haya parvularios que no pongan en práctica el aprendizaje temprano? Una de las cosas que más cuesta al ser humano es cambiar sus costumbres. Una muestra evidente de ello es el fenómeno "Qwerty". ¿No sabe qué es? Mire el teclado de su ordenador y fíjese en la primera fila de letras de arriba, la que está debajo de los números. ¿Ya lo ha visto? La primera letra es la "Q". Todos los teclados del mundo tienen esta disposición, no porque sea la más ergonómica para alcanzar el mayor número de pulsaciones posible, sino todo lo contrario … para ir más despacio. Cuando se inventaron las máquinas de escribir, si las letras que más se usaban estaban en los dedos más hábiles, las barras que golpeaban el carro (¡qué tiempos aquellos!) se agolpaban y la mecanógrafa perdía mucho tiempo bajándolas a mano. Para evitar esta pérdida de tiempo, se dispuso el teclado de tal manera que no se pudiera escribir muy rápido y nos colocaron la "a" en el dedo meñique de la mano izquierda. Ahora, con la electrónica no hay ninguna razón lógica para mantener este teclado pero, ¿quién es el fabricante que se atreve a cambiarlo?

En educación pasa algo parecido. Cuando, por ejemplo, se lleva muchos años actuando y defendiendo que los niños no son capaces de aprender a leer antes de los 6 años y que si lo hacen es nefasto para ellos, cuesta mucho reconocer que, mediante el método de la lengua materna, un bebé de 2 años puede, no sólo aprender, sino que además le encanta porque se lo pasa bien.

Afortunadamente, cada vez hay más parvularios, incluso algunas instancias educativas, que se están dando cuenta de la necesidad de proporcionar a los niños pequeños oportunidades de aprender. No se trata de hacer superdotados, ni de pretender que nuestros hijos sean unos genios. Pero sí se trata de ayudarles a que desarrollen todas las capacidades que llevan dentro para que sean unas personas equilibradas e inteligentes.

Ignoramos cuáles son las capacidades genéticas y hasta dónde llegarán, pero no nos debe preocupar este hecho porque sobre ello nada podemos hacer. Está fuera de nuestro círculo de influencia. En cambio, sí debemos buscar información y formarnos sobre cómo aprovechar el escaso tiempo de que disponemos los padres para nuestros hijos en la sociedad actual.

Tenemos la suerte de que las técnicas y métodos de aprendizaje temprano ofrecen a los padres esta valiosa información para que disfrutemos y nos divirtamos con nuestros hijos y, además, para que éstos alcancen las herramientas suficientes que les permitan, cuando sean adultos, elegir aquello que quieran ser.



Pablo Pascual Sorribas
Maestro, licenciado en Historia y logopeda.

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