jueves, 14 de febrero de 2013

Naturaleza y tecnología en la infancia

 En pleno desarrollo de la era tecnológica, no es de extrañar que l@s niñ@s, a edades cada vez más tempranas se inicien en el conocimiento y uso de las nuevas tecnologías.
De hecho, cada vez son más los colegios que sumándose a la novedad, incorporan en sus aulas, todo tipo de recursos pedagógicos impregnados de tecnología e innovación.
 Este amplio conocimiento y uso, despierta el interés de l@s pequeñ@s que cada vez más temprano comienzan a utilizar este tipo de tecnologías a expensas de renunciar, casi de manera inconsciente, a otro tipo de actividades e intereses.

El atractivo de la tecnología, unido a su amplio abanico de funciones, despierta en l@s niñ@s un interés tal, que no es de extrañar que pasen horas y horas, entreteniéndose frente a un ordenador, una consola, e incluso ante un teléfono móvil.   Está claro que el futuro tiene una clara etiqueta tecnológica, que conocer  y manejarlas nuevas tecnologías, es casi una necesidad vital y especialmente útil, no cabe duda; pero a pesar del atractivo que envuelve a las nuevas tecnologías y pese a que han nacido para hacernos la vida más fácil,  un uso abusivo de las mismas a edades tempranas, puede tener consecuencias nocivas en el desarrollo psicosocial de l@s pequeñ@s.
Por esta razón y a pesar de que es necesario fomentar el conocimiento de las mismas por su utilidad práctica, no debemos olvidar el increíble valor que tiene para la vida de l@s niñ@s el relacionarse socialmente con sus iguales de manera directa; el conocer el entorno natural que les rodea; el iniciar juegos al aire libre en áreas naturales donde poder desarrollar su imaginación, descubriendo  asi mismo,  lugares nuevos en los que adquirir aprendizajes diferentes.  Lugares,  donde desarrollar y potenciar tanto sus hablilidades sociales como su salud, pues el disfrutar de la naturaleza, contribuye indirectamente en un aumento del ejercicio físico, y el sentirla y vivirla aporta una sensación de bienestar y seguridad que preserva y protege al niñ@ del estrés diario al que las exigencias cotidianas nos somete atod@s.
No debemos olvidar que ante todo somos seres sociales, que aprendemos y crecemos en sociedad y que los contactos con la naturaleza pueden ayudar a l@s más pequeñ@s a integrarse mejor en su grupo de iguales y a mejorar sus relaciones con los demás. Por esta razón y teniendo en cuenta que tanto el valor de la naturaleza como el valor de la tecnologíaes incuestionable para nuestra vida social, se debe fomentar el contacto con ambas “áreas”, tratando de que l@s pequeñ@s las consideren igualmente interesantes, necesarias y atractivas.
Así, de encontrarnos ante casos en los que l@s pequeñ@s prefieran más el contacto con la tecnología que con la naturaleza,  podrían establecerse acuerdos con ell@s de manera que se dedicara un tiempo prudencial para ambas actividades, un tiempo, eso sí, que les permitiera el amplio conocimiento de las mismas y sobre todo el aprovechamiento y disfrute de su utilidad por igual.
Manuela Clemente Martos. Psicóloga

Del Blog Escuela de Padres 
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jueves, 7 de febrero de 2013

"Mi hijo es el mejor... en todo"


Seguramente reconoceréis (u os reconoceréis en) este tipo de padres para los que su hijo es el mejor en todo. Os hemos hablados de padres que eclipsan a sus hijos, y de niños extraordinarios a pesar de sus padres.
Pero también tenemos el caso contrario: el de padres que en lugar de no percibir las cualidades de los niños, ven demasiadas. Y su hijo se convierte en el mejor y más precoz, cuando tal vez sea simplemente “normal” (con sus cosas mejores y peores, tal vez alguna extraordinaria). De esta manera divertida lo explica Roald Dahl en su novela “Matilda”:
Ocurre una cosa graciosa con las madres y los padres. Aunque su hijo sea el ser más repugnante que uno pueda imaginarse, creen que es maravilloso.
Algunos padres van aún más lejos. Su adoración llega a cegarlos y están convencidos de que su vástago tiene cualidades de genio.
Bueno, no hay nada malo en ello. La gente es así. Sólo cuando los padres empiezan a hablarnos de las maravillas de su descendencia es cuando gritamos: «¡Tráiganme una palangana! ¡Voy a vomitar!».
Se trata de padres orgullosos y que demuestran un cariño delirante por sus hijos, y hay que leer las palabras del autor en un contexto humorístico claramente exagerado, porque podemos ser padres orgullosos y que no nos superen en cariño y no ir pregonando sus “virtudes”.
Aunque nos suena lo que nos narra, y especialmente los que no tienen hijos (o nosotros mismos cuando no los teníamos) son mucho más sensibles a estos halagos no pedidos y probablemente exagerados sobre los hijos.
Lo que importa es que al final el autor de “Matilda” se muestra benévolo con estos padres porque efectivamente son mucho peores los que no sienten ningún interés por sus hijos. Esos padres que ignoran a sus pequeños y para los que no solo son los mejores en nada, sino que incluso son “los peores”.
Por cierto, como sabemos que, aunque no sea para todo, cada niño sí tiene alguna habilidad especial, esta semana os estamos preguntando ¿Qué talento tiene tu hijo? ¡Esperamos vuestras respuestas!


Foto | Harald Groven
En Bebés y más | ¿Sabes ya qué tipo de artista será tu hijo?, ¿La escuela está matando la curiosidad de tu hijo?